02 julio 2008

 

¡Adiós!

Leo que ha muerto Simone Ortega, a los 89 años. Los que no sepan quién era es porque no cocinan, claramente. Escribió el libro 1080 recetas, que es como el María Moliner de la gastronomía.
Sepan que una casa no es verdaderamente una casa, si le falta este libro.



Aunque yo sabía quién era, lo que no sabía era cómo era, a pesar de lo cual, durante años, creé una imagen suya muy concreta; un tipo regordete, con gafas redondas y (escaso) pelo rizado.
Pues bien; lean el "adiós" del título de esta entrada al estilo Julián López, porque cuando he visto la foto que ilustraba la noticia me he quedado de piedra: ¡Simone Ortega no era un hombre! ¡¡Era una mujer!!

Me he acordado instantáneamente de mi amigo Rana, al que le pasó lo mismo hace relativamente poco, pero con Dusty Springfield (esa si que es buena). Seguro que alguno de ustedes también ha confundido a mujeres por hombres - y viceversa - a causa de sus nombres...
Venga, venga, cómo que no.

Comments:
Efectivamente, con Èmile Zola, que creí que era una chica muy mona y era un barbudo con gafas.
 
En "Lost in translation" se ridiculiza a la estrella de Hollywood rubia (al parecer trasunto de Cameron Díaz) porque piensa que Evelyn Vaughn es una mujer.
 
Yo también me apunto a la lista de los que pensaban que Evelyn Vaughn era una hembra humana convecional.
 
Yo sabía que era una mujer (y si no me equivoco tiene una hija que se llama igual y que también escribe libros de cocina); lo que no sabía es que se había muerto. Una pena. A mí me inspira un montón. Leo y releo su libro y no sólo porque me ayude a cocinar sino porque es verdadera literatura. Tiene pasajes verdaderamente deliciosos (nunca mejore dicho), como cuando habla del cochinillo y dice "se debe coger un animalito joven..." o de la manera de preparar los riñones y dice "se deben limpiar muy bien, a conciencia, porque si no, saben a orín."
 
Corrijo: Evelyn Waugh. La fonética anglosajona me traiciona.
 
*Badabum: ¡Cierto! Siempre me acuerdo, cuando hago croquetas, de darles "bonita forma", como Simone recomendó.
 
Evelyn Waugh, por supuesto, y Hanna Barbera, a quien me imaginaba oreando pasteles de calabaza en el alfeizar de su ventana. El disgusto al descubrir a los señores William Hanna y Joseph Barbera fue mayúsculo.
 
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