30 julio 2010

 

"The Other Girls"


La otra noche acompañé a Borja a ver a las Vivian Girls en el Moby Dick. 
Tenía miedo a que me resultaran monótonas o aburridillas, porque de sus discos sólo me gustan algunas canciones sueltas. Además el año pasado no alcancé más que a ver la última canción del concierto que dieron en el Primavera Sound, y fue como llegar fresco a una fiesta cuando el resto del mundo lleva 3 horas pimplando, que piensas "pero qué gente más pava". Algo así.

Nos metimos lo más delante que pudimos y no perdimos ripio. Borja estaba totalmente emocionado y ahora anda buscando como loco "Dance if you wanna" , una de las nuevas canciones que tocaron. A mí sin embargo, me llegó mucho más esta otra que se llama "The Other Girls":



Y cuando digo que me llegó es porque tuve una de mis Epifanías (live!); una de esas veces en la que oigo una canción por primera vez, y es en directo, y no existe nada más que esa persona que está tocando y/o cantando, y lo entiendo todo, y hasta lo comprendo, y sé que esa canción no se me va a olvidar nunca porque, a partir de ese instante, ya me la sé, y te la podría cantar sin necesidad de volver a escucharla, y cada vez que vuelva a sonar me acordaré siempre de ese momento.

No es sólo porque yo tampoco quiera ser como las otras chicas. Lo primero es, que se nota cuando alguien está hecho para una Danelectro, esa guitarra que suena a lata. Los punteicos de Cassie carecen de todo virtuosismo y precisamente por eso me molan. Y ella, encorvada y delgaducha, con sus orejas de soplillo y esos piños, sólo se puede apellidar (real o ficticiamente) Ramone. No me preguntéis porqué, pero además me hizo pensar en Ira Kaplan durante todo el rato. (Bueno, igual sí que lo sé; "The other girls" creo que tiene un aire a "Frog over Frisco", una de mis canciones favoritas de Yo la tengo, y de todos los tiempos. Pensaréis que no se parecen en nada, pero es mi Epifanía y relaciono lo que a mí me da la gana). Me gusta cómo empieza, me gusta que dure el doble de lo que suelen durar sus canciones, me sorprende que combinen tan bien sus voces, y me parece que hay que tomárselas muy en serio. 

Podéis escucharla con más claridad, en esta grabación para una radio, cuando aún estaba la batería de gafas. Una pena que los coros se oigan tan lejanos:

Vivian Girls on Sound Opinions from WBEZ on Vimeo.

Para los que fuerais fans de Ali Koheler, que sepáis que ahora es batería de Best Coast (!) y que la que ha entrado en su lugar se llama Fiona, también es así, fuertecita,  y toca muy bien. 
Por último he de añadir que Katy va a ser mi bajista preferida a partir de ahora y que me teñiría el pelo como ella mañana mismo si no fuera porque ese color no me agarra.

¡¡Que salga el nuevo disco de Vivian Girls ya!!

*Actualización: Ups, ¿desconocerán la existencia de esta canción? 
Grandaddy – Chartsengrafs
Vaya.


24 julio 2010

 

Cristinas del mundo, extinguíos

Hoy es mi santo. Me llamo Cristina y no Carolina, imagino que lo sabéis. 

Cada año, cuando mi padre me felicita, siempre me cuenta que me puso este nombre en honor a la Reina Cristina de Suecia. Pero también reconoce que lo hizo más bien por Greta Garbo, que dio vida al personaje en la película del año 1933.

 

Como soy mucho de perder el tiempo dándole vueltas a cosas que no llevan a ningún sitio, a veces me pregunto si puede un nombre condicionar el destino de una persona. Por lo general, los nombres de canciones, cuadros, películas, casas, empresas, bares, libros etc, se eligen a posteriori, una vez están concebidos y definidos. Pero con las personas no podemos esperar a ver por dónde tiran para ponerles nombre (para corregir ese pequeño desfase temporal se inventaron los motes, supongo). Así que igual se elige el nombre de las personas en función de qué soñamos que pueda ser de ellas y su vida.

¿Quería mi padre que fuese reina? Lo llevaba claro, aunque dicen que mando como una, la verdad. ¿Quería entonces que fuera sueca? Mal íbamos, viviendo en Madrid. Sin embargo le tengo gran simpatía a Suecia. Durante algunos años mi mejor amiga fue una chica sueca (en realidad era de una parte de Finlandia donde hablan sueco, pero a efectos prácticos era más sueca que Bergman). Visité Suecia hará ya unos 15 años. No he vuelto, y quisiera. Me encantan el salmón, el vino caliente con especias y las canciones de ABBA. ¡Si hasta he ido dos veces a Ikea por gusto y no por necesidad! Suecia me tira, es una realidad.

¿No querría mi padre - por aquello de La Garbo - que fuese actriz? Yo también quería, desde pequeña. Escribí un montón de obras en el cole, y todos los viernes por la tarde teníamos clase de teatro. En realidad nunca nos dieron una sola lección; la clase consistía en que nos inventábamos cosas y las hacíamos. Improvisamos, durante años. Después vino el Arte Dramático durante años también. Y después... después supongo que todas las energías que hacen falta para dedicarte a ello se fueron diluyendo con el paso del tiempo. Para rematar, me enteré de que existía una actriz que no contenta con llamarse también Cristina, se apellidaba casi igual que yo, solo que añadiendo una S. ¡Qué disgusto! ¡Qué frustración! Que rollo, joé. 
Tampoco ahora, en mi entorno actual, se refieren a mí, cuando hablan de "Cristina", a secas. Y qué le vamos a hacer.

Habrá miles de Cristinas en el mundo; relevantes e irrelevantes, listas y tontas, flacas y gordas, miles y miles. La gente siente una absurda simpatía instantánea por sus tocayos; yo no. Yo quisiera ser la única Cristina en el mundo. 

Y ya está.



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